lunes, 31 de agosto de 2009

El asombro de Damasco

Entre todo el repertorio sanferminero, estamos acostumbrados a escuchar un fragmento de zarzuela, que suena ya en nuestro oído como música festiva. Se trata de la parte tercera de El Asombro de Damasco, titulada Alí-Mon. Esta pieza se interpreta cuando el Ayuntamiento acompaña al cabildo a la catedral cada 7 de julio, después de la procesión y misa en honor a San Fermín. Para muchos es su momentico de la fiesta, aunque no esté claro el motivo de su presencia en este acto sanferminero. En 1979, con motivo de la publicación de un disco de La Pamplonesa, Fernando Pérez Ollo firmó el 17 de junio una de sus habituales Notas del repórter en Diario de Navarra, que tituló "El asombro del cadí y del derviche". Como la explicación es magnífica, reproduzco a continuación buena parte del artículo y os dejo un vídeo con la música y letra originales de la zarzuela El Asombro de Damasco, con la, para nosotros, conocidísima Alí-Mon. La he montado de forma que se pueda seguir y conocer la letra, para muchos totalmente desconocida.



Notas del repórter (Diario de Navarra. 17-6-79).

El asombro del cadí y del derviche

(…) Anteayer, en la presentación (del disco), se habló de «El asombro de Damasco» uno de cuyos números pertenece al ritual sanferminero. Cuando el Ayuntamiento acompaña al Cabildo hasta la Catedral —según otros cuando los ediles solos vuelven a la Casa Consistorial— suena, el «Soy Alí Mon, soy el Cadí». El viernes se dijo que tal música se había introducido por la letra picante del cantable, dedicado intencionalmente a los canónigos.

«El asombro de Damasco» —libreto de Antonio Paso y Joaquín Abati y música-de Pablo Luna— es un buen ejemplo de la zarzuela arrevistada posterior a la Primera Guerra Mundial. Este año la han respuesto en Madrid, no sé si con «S» o sin S» Omar cae enfermo y Zobeida, su mujer, se acerca a Damasco, a ver si puede cobrar los mil denares de oro que les debe Ben Ibhen. Este, médico, se muestra de acuerdo en abonar la deuda y le pide que se quite el velo. Zobeidu es una beldad. Ben Ibhen, prendado, dice que pagará los denares, si Zobeida accede a pasar la noche en su trastienda. Zobeida, contrariada, aprovecha la presencia inesperada del cadí Alí Mon para pedirle justicia. Al cadí también le enciende la belleza de la reclamante y exige la póliza de los favores nocturnos para sentar su sentencia. Y el visir, al que Zobeida expone su demanda, adelanta el mismo sumario para entender en el caso. Todo se resuelve cuando Zobeida atrae a todos a una cena en la que un derviche, disfrazado de corsario, desnuda la falsedad de los sinvergüenzas poderosos y consigue los mil denares para la bella y preocupada esposa.

En la presentación se dijo que esta música se había hecho tradicional por la letra picante y la música salaz, como si el Ayuntamiento, avieso, se la dedicara al Cabildo. Pero la letra no es sicalíptica, y en el contexto de la obra resulta infatuada y palabrera, como suelen ser cadíes, visires y demás gente encaramada en el poder. Podemos imaginar otras razones. Tal vez los músicos quisieron ridiculizar a un alcalde de vara inflexible y de apariencia justiciera. Tal vez hubo un alcalde deseoso de hacer entender que él era el Alí Mon de la turba local, sin caer en la cuenta de la caricatura. Tal vez hubo un malintencionado que aprovechó el alimón festivo de Cabildo y Ayuntamiento para cantar Ahí va Alí Mon. Quizá, quizá, hubo un capitular malévolo que se ganó al músico mayor y consiguió que se tocara esa página para insinuar al poder civil que los derviches suelen ser más astutos y eficaces que los cadíes y visires. Acaso, como tantas veces, la música del año se introdujo en los Sanfermines y ahora nos rompemos las neuronas buscando ocultas razones en lo que no pasa de ser una casualidad (…)

viernes, 28 de agosto de 2009

Evitar los Sanfermines

Hace ya tiempo que constatamos el nulo interés por los Sanfermines del actual equipo municipal de Pamplona. De entre los 13 concejales, pronto 12, que conforman el equipo de gobierno, cuesta encontrar a un amante de las fiestas, alguien que las viva con la misma pasión que tantos pamploneses. Al margen de pases y privilegios en fiestas, acompañados de suculentas comidas y meriendas en los toros, el interés de los concejales durante el resto del año es nulo. Salvo llos trabajos sobre la seguridad del encierro, los Sanfermines son, para los ediles de UPN, algo que pasa cada año por la ciudad y que permite tomar unas copas con los amigos, amén de presidir corridas sin tener ni puñetera idea (extensivo a otros grupos) o calzarse el traje de gala en la procesión mientras saludan a las amistades. La última demostración de desprecio absoluto por las fiestas acaba de suceder. Si hace unos días denunciamos como los responsables de turismo municipal se mofan de los visitantes y ultrajan el recorrido del encierro con decenas de contenedores rebosantes; ahora nos toca ver como las fiestas no interesan ya ni para elegir por concurso la foto del mes de julio del calendario municipal. De entre todas las presentadas por los ciudadanos, muchas de ellas tomadas en San Fermín, el grupo municipal de UPN ha decidido volver a ignorar las fiestas y elegir una imagen que roza el ridículo. No sólo porque la foto escogida sea bastante fea, psoiblemente la peor del calendario, sino porque ocupará el lugar que debería albergar la fiesta. Imaginénse a todos los pamploneses el 30 de junio en su casa, nerviosos por arrancar la última hoja del calendario y dispuestos a encontrar la de una marea roja antes del Chupinazo, o la de una carrera bonita en el encierro o la de un baile en las dianas. No será ya así. Lo que encontrarán será unos frontones viejos, desconchados y vacíos bajo un cielo plomizo y gris, la pura antítesis de la fiesta.


Entre las imágenes finalistas, como se puede comprobar a continuación, sí había fotos de San Fermín, pero imagino que resultarían demasiado molestas para nuestro Ayuntamiento. Un nuevo episodio lamentable, a la espera del próximo.

lunes, 17 de agosto de 2009

La vergüenza sigue...

Vista de la calle Estafeta tomada en agosto de 2009. Contenedores a rebosar entre los turistas.

Lo hemos denunciado una y mil veces. Lo hemos criticado y lo hemos trasladado al Ayuntamiento. En pleno mes de agosto de 2009, con cientos de turistas, visitantes y peregrinos recorriendo la calle más importante de la ciudad, esta es la vista general que permite a las personas llegadas de fuera imaginar cómo será un encierro con seis toros galopando por la Estafeta y esquivando contenedores a rebosar. Bravo por el Ayuntamiento y su área de turismo. Patético y vergonzoso, ejemplo de dejadez. Bonita foto de recuerdo para enseñar a los amigos a la vuelta de vacaciones. Por cierto, imaginen el agradable olor que ofrece la estampa al pasar a su lado con los 30 grados de agosto.

Por cierto, hace sólo un par de años el Ayuntamiento destino miles de euros para "poner en valor en recorrido del encierro". Parece que lo han conseguido.

viernes, 14 de agosto de 2009

Dos cabalgan juntos

Foto: Iván Benítez.

Supongo que Ignacio Murillo y Jesús Rubio andarán estos días cada uno por su lado y por su cuenta, como si cumplieran una orden judicial de alejamiento mutuo. Al fin respiran a sus anchas, después de haber vivido al alimón todos los Sanfermines que van de 1976 a 2008, sin perderse un año, ni un día de ningún año. Y siempre atados el uno al otro. Yo creo que hasta en el encierro iban amarraditos los dos, y mira que es difícil.

La película se hubiera titulado Dos cabalgan juntos, por no exagerar con Dos hombres y un destino, pero no es una película sino un libro y ya tiene el título puesto: Los Sanfermines de nuestra vida. Los treinta y dos Sanfermines que los autores han pasado juntos, pero a toro pasado, en el trabajo lento y silencioso de documentación que es, por otra parte, lo más opuesto a la vorágine de la fiesta.

Ignacio Murillo y Jesús Rubio, compañeros del Diario y de diario, los dos buena gente, buenos profesionales y de buen comer, han firmado una obra ambiciosa que va contando lo que ha sido el reparto y el teatro de la fiesta, tanto en los palcos de gala como en las aceras de la vuelta de la esquina; lo que fue titular de portada y la gacetilla perdida en cualquier página, que gana con el paso del tiempo el interés que entonces no tuvo. Hay muchísimas anécdotas, porque los Sanfermines abonan ese terreno, pero se recogen igualmente muchísimas categorías.

Treinta y dos años, que son el último cuarto del otro siglo y un chiquito del siglo XXI. Ignacio y Jesús se han ido sorprendiendo, según iban tiempo atrás, de los cambios registrados en los Sanfermines y al mismo tiempo de cómo "perviven muchas características" en la mezcla explosiva de "jarana, devoción, solemnidad, espontaneidad, gusto por el riesgo y cariño familiar". Mezcla explosiva que al final, digo yo, tiene los efectos de un fármaco tranquilizante.

Los autores se han comido las páginas del archivo para digerir la fiesta como aquella chica de novela que se tragaba la cartas de amor para impregnarse de sentimiento. En el éxito de la obra les esperan los grilletes de nuevas ediciones. Tendrán que volver más atrás de 1976 y mirar más allá de 2008, mientras el cuerpo aguante.

Por edad, Jesús e Ignacio se perdieron los Sanfermines de mi vida. Y eso me da tanta pena como los Sanfermines de las vidas de ellos que me perderé yo.

Plaza Consistorial que José Miguel Iriberri publicó el 10 de julio en Diario de Navarra con motivo de la publicación de Los Sanfermines de Nuestra Vida. Nos encantó.

martes, 11 de agosto de 2009

El recuerdo de Daniel

Hace sólo unos días tuve el placer de charlar con Cristina González, la novia de Daniel Jimeno, fallecido el 10 de julio en el encierro de Jandilla. Su entereza y respeto por los encierros y los Sanfermines en semejantes circunstancias merecen una profunda reflexión, por la calidad humana que se esconde detrás de este comportamiento. Ni una sola mala palabra, ni un solo reproche. Mientras, unos cuantos enemigos de las fiestas aprovecharon su muerte para poner en duda la seguridad del encierro y su celebración. Se descalificaron a sí mismos, por utilizar para su propio interés el dolor de una familia. Cristina cuenta en la entrevista, publicada el 10 de agosto en Diario de Navarra, su relación con Daniel, su visión del encierro, sus vivencias de aquel fatídico día. Con respeto y consideración. Merece la pena. Así recordaremos a Daniel, apasionado de Pamplona, de los Sanfermines y de los encierros. Con su polo a rayas en el último tramo. Ilusionado por un nuevo encierro.