Muchas son las voces que no aciertan a explicar lo que sucede en San Fermín, y, cuando intentan racionalizar lo que sucede en Pamplona entre el 6 y el 14 de julio, acaban resumiéndolo con un “son de otra pasta” al referirse al comportamiento de los pamplonicas en esas fechas. Pero esto no es una casualidad, ni una cuestión de comportamiento espontáneo; lo que sí es seguro es que es un sentimiento forjado a lo largo de los años, y que es transmitido de generación en generación.
La historia que voy a contar es una de tantas que ocurren en Pamplona y que, contadas de padres a hijos, construyen la historia magnífica, adoquinada de pequeñas historias, de San Fermín.
Mi padre estuvo presente en uno de los terribles montones que ocurrieron en el encierro en el callejón de la plaza de toros a mediados del siglo pasado. Ese día estrenaba una camisa amarilla que su madre le regaló para las fiestas, todavía no estaba estandarizado el blanco, cuando le sorprendió el montón en el encierro. Cuenta que nunca había visto, ni vio, un espectáculo semejante.
Imagen tomada por Zubieta y Retegui en el montón del 7 de julio de 1957, con toros de Salvador Guardiola.
Los corredores se agolpaban unos encima de otros, siendo imposible salir de allí mientras la manada de toros se acercaba peligrosamente, y, posteriormente, embestían el montón en su intento de atravesarlo. La escena era dantesca, corredores embestidos, pisoteados y aplastados por la montaña humana que se había formado.
Fue sacando a todos los corredores que pudo mientras intentaba esquivar los envites de los astados, en uno de esos lances recibió una puntada en el costado, cicatriz que todavía enseña con orgullo. De esto puedo dar fe, no sólo de la cicatriz, sino de que sacó a algún corredor, porque alguna vez de paseo por Pamplona hay quien lo reconoció y le sigue dando las gracias, consciente de que si no hubiera sido por la intervención de el hasta ese día desconocido, quizás no lo hubiera contado.
Una vez terminado el encierro, y dado que el tan reconocido Servicio Navarro de Salud todavía no ejercía como tal, se curó la herida producida por el pitón del toro en una peña, creo recordar que en La Única, con friegas de anís y pacharán y vendajes amateurs… si hoy en día pasara algo similar, estaríamos hablando de días de recuperación, de convalecencia, bajas médicas… pero la mayor preocupación de mi padre en esos años de penuria económica no era otra que encontrar una camisa amarilla igual a la que le había regalado su madre para que ésta no viera el agujero producido por la cornada y que no se preocupara…
En fin, que la preocupación por lo individual quedaba continuamente en segundo plano, primero por intentar ayudar a los corredores atrapados y después por no preocupar a una madre que, como las actuales, sufre cada vez que sabe que su hijo puede estar en el encierro. Nada que ver con los valores a los que estamos habituados, nada que ver. Y es que son estas actitudes las que hacen de San Fermín unas fiestas diferentes, quizás sea esto lo que sea difícil de entender desde un punto de vista objetivo, o quizás, sencillamente, seamos de otra pasta… porque cuando cuenta la historia, mi padre lo hace con una normalidad que asombra, dando por hecho que era absolutamente normal y falto de mérito lo que hizo, “cualquiera hubiera hecho lo mismo”. Yo tengo mis dudas sobre este enfoque, no creo que sea tan sencillo, lo dicho, otra pasta.
Como conclusión les diré que finalmente, y tras mucha búsqueda, encontró la camisa, y la historia quedó para el conocimiento de amigos y descendientes, porque no es cuestión de preocupar a una madre…
Preciosa la foto!, sonrío...
ResponderEliminarUn articulo muy bueno Fermín, aqui se refleja verdaderamente que estamos "hechos de otra pasata".
ResponderEliminarUn articulo muy bueno Fermín , aqui se refleja que verdaderamente estamos hechos de otra pasta.
ResponderEliminarSin comentarios... Somos de otra pasta, pero no es nuestra culpa, se lo tenemos que agradecer a nuestros padres.
ResponderEliminarGran articulo y gran foto!!!
Bravo skip, bravo !
ResponderEliminarskip, pequeño y poderoso...
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