viernes, 20 de noviembre de 2009

La vida como el encierro

Una preciosa foto de Jonan Basterra (7-7-08)

Una nueva colaboración de Fermín. Interesante y emocionante.

La vida como el encierro

Siempre hay quien, cuando sucede algo inesperado, sale con la frase de “esto es como la vida”. Massiel cantaba en el Lalalá que todo en la vida era como una canción; casi todo es comparable a la vida, pero, teniendo en cuenta el leitmotiv de este blog, esta vez la comparativa la haré entre vida y encierro, ya que existen bastantes paralelismos.

Empezamos rápido, sin miedo, asumiendo todos los riesgos posibles, sin importarnos el esfuerzo o que crecer sea cuesta arriba. Cuando uno es niño no mide los riesgos, no mira atrás, emprende aventuras que sobrepasan a la racionalidad por el mero hecho de que se ve capaz de hacerlas, como en la cuesta de Santo Domingo. Una velocidad endiablada, un bajar a recibir a la vida, demostrando que poco nos importa lo que espera luego. Y entre envites y esprints van transcurriendo infancia y primera juventud.

Luego llega la primera curva, generalmente en la adolescencia, esa situación que mejor que no te pille a pie cambiado. Normalmente es una decepción amorosa. El desengaño de la que con 15 años creíamos que sería nuestro amor definitivo. Esta curva es peligrosa, porque el ritmo de la vida, de la manada, sigue su curso, y no nos va a esperar ni a perdonar los errores. Lo que si es claro es que te muestra cuáles van a ser las nuevas normas de vida, así que si uno entiende el mensaje le espera un tramo de vida ágil, agradable, y breve.

Mercaderes es la adolescencia y juventud, algunas estrecheces propias de la falta de dinero, los exámenes, los amoríos, pero si uno es consciente de lo que le toca vivir, es uno de los tramos más placenteros. Tiene el fondo y la forma suficiente para afrontar el recorrido, aunque hay que tener capacidad para protegerse cuando la vida no facilite cobijo, pero una vez que se pasan las estrecheces es fácil disfrutar. Pero el tramo es breve, y cuando se acaba, además, se acaba de golpe.

Si uno no está bien situado para su entrada en la vida adulta, la vida, la manada, se lo puede llevar por delante y dejarlo maltrecho. Este cambio nunca es fácil, incluso al principio se ralentiza la vida porque tiene adaptarse a la nueva situación. Se presenta ante nosotros un tramo largo, muy largo, de vida laboral, compromisos, responsabilidades, y la vida, el recorrido, no da demasiadas treguas, ni márgenes de error. Hay que estar pendiente de cualquier movimiento, y saber cuando es conveniente lucirse o retirarse. Tampoco todo depende de nosotros, ya que podemos estar haciendo una carrera memorable, y que alguien nos saque de un codazo; o viceversa, pisar a otros para prosperar en la carrera y acabar trastabillados. Quiero pensar que en la vida, como en el encierro la preparación y la nobleza deben ser elementos necesarios, y ojala que suficientes, pero siempre habrá quien se empeñe en demostrar lo contrario.

En esta parte también hay quien parte con ventaja, o tiene algún privilegio, como los que se incorporan en el punto exacto de la carrera, evitando aglomeraciones, porque conocen a alguien que les cede el portal/la oportunidad, en cualquier caso hay que demostrar la valía. También están los patanes, los que se comen el mundo, y luego, muertos de miedo, ponen pies en polvorosa sin asumir el riesgo ni demostrar capacidades, estos es posible que lleguen a la meta, pero su recibimiento no será bueno… Están los que tienen muchísima suerte o castigan a su ángel de la guarda haciéndole pasar estrés; gente sin preparación, temerarios, noctámbulos…a los que les puede ir bien en la vida/carrera; eso sí, cualquier error tiene siempre muy malas consecuencias.

Después de el tramo más largo, y tras una nueva curva que nos indica un nuevo cambio de recorrido, aparece otro tramo vital, y del encierro, donde el camino es más ancho, está lleno de salidas por si se complica la vida/carrera, hay servicios sanitarios y buenas conexiones con los hospitales… Telefónica es como la jubilación, con sus pros y también sus contras: como ahora, hay demasiada gente, lo que impide el disfrute pleno, toca repartir espacio y recursos; es demasiado breve, y, además se conoce el final, se ve de hecho. Pero es un tramo para disfrutar, conociendo los límites, y sabiendo que la vida/manada viene ya resabiada, y que como nos embista no se andará con bromas.

Y al final aparece el callejón. Estrecho. De obligado paso. A pesar de que cuenta con gateras por si la carrera/vida se complica, una vez dentro se sabe que hay que pasar. Da igual condición, raza, posición…Es el tramo final. El obligado. La despedida…

Eso sí, después nos esperan unos tendidos llenos de aplausos, de amigos que se fueron quedando en el camino y que nos estaban esperando. Unos tendidos que, después del frío mañanero, se templarán a la tarde hasta llegar a arder cuando suenen los clarines y los timbales. No es un mal final.

Al final, la vida es como el encierro, fíjense que este artículo tiene exactamente las mismas palabras que metros el recorrido. 850.

Curioso.

1 comentario:

  1. En la parte izquierda de mi blog tengo la lista de entradas, una de ellas es el el Tuyo espero que no te moleste
    ¿me lo confirmas?
    saludos

    ResponderEliminar

¿Tú que opinas sobre esto? Deja tu comentario...