Fue en el encierro del 10 de julio de 2002, una de esas carreras extrañas que se corrieron aquel año. Los toros de Gutiérrez Lorenzo emplearon 6 minutos y medio en terminar el encierro, básicamente porque Esmeraldo, un toro negro de 601 kilos, se "tumbó" en el callejón de la plaza durante cerca de dos minutos. Cuando se levantó, salió en dirección contraria provocando todo tipo de sustos. Otro de sus hermanos, Jicarón, se partió el pitón durante la carrera. Sin embargo, la imagen de ese encierro fue la de un hombre sentado sobre Esmeraldo en la curva de Estafeta. Nadie supo de él. Ni quién era, ni cómo se llamaba, ni por qué terminó sobre los lomos del animal. La atípica estampa fue la portada de Diario de Navarra al día siguiente, el 11 de julio. Dos días después, Javier Lesaca recorrió y registró el recorrido del encierro en busca de aquel hombre que había protagonizado una de las imágenes de los Sanfermines recientes. Y lo encontró. Resulto ser Jeffrey Rath, un californiano de entonces 49 años que trabajaba como profesor de inglés en Pekín. Él mismo contó su afición a los encierros desde 1979 y posó junto a sus amigos para la cámara del periodista:
Rath se hospedaba entonces en el Hotel La Perla y contó así lo sucedido: "Estaba pendiente de otro toro que venía rezagado, resbalé y caí encima del toro que estaba caído en la curva. Me llevé un susto enorme y al tratar de levantarme no podía porque la piel resbalaba mucho. Más vale que este incidente no puso en riesgo la vida de otros corredores", indicó.
Sin embargo, la historia de Jeffrey Rath no termina aquí. En 1985, en el encierro del 13 de julio corrido con toros de Félix Hernández, Rath fue corneado por el toro Farrán. Sufrió una cornada en el glúteo de 10 centímetros en la zona del callejón de la Plaza de Toros. Quedó ingresado en el Hospital de Navarra, algo que lamentó por no poder cantar al día siguiente el Pobre de Mí y, sobre todo, por perderse el encierro de los miuras, que se celebraba el 14 de julio. Así que ni corto ni perezoso se "fugó" del hospital para poder acudir al encierro. Sus amigos, ya dentro del recorrido, le convencieron para que volviera al centro hospitalario y se recuperara de las heridas. Allí mismo confesó que le tenía más miedo a las batas blancas que a los toros. Podéis leer el artículo publicado el 15 de julio de 1985 en la última página de Diario de Navarra.
Edito e incorporo vídeo del momento: