Un momento de la entrevista con Juan José Padilla en su casa de Sanlúcar de Barrameda. Foto: J.C Corchado |
El blog La Buena Prensa, especializado en mostrar las mejores coberturas informativas sobre el papel y que dirige Miguel Ángel Jimeno, ha premiado dos trabajos de Diario de Navarra relacionados con los Sanfermines que me gustaría poder mostrar aquí en modo de agradecimiento (aquí la noticia). Una de las informaciones finalistas es la entrevista que publiqué en el Extra de Diario de Navarra previo a San Fermín 2012 con Juan José Padilla como protagonista. El torero jerezano había perdido un ojo en octubre de 2011 en Zaragoza y viajé hasta su casa de Sanlúcar de Barrameda para poder charlar con él. Aunque cuadrar agendas y que me pudiera atender no era lo más sencillo, una vez allí todo fueron facilidades. Juan José Padilla es un hombre cambiado. La muerte se presento en forma de toro de Ana Romero dispuesta a llevárselo aquel 7 de octubre, aunque el resultado final fue la pérdida de un ojo y serios problemas en el nervio facial, así como en mandíbula y oído. Padilla, como relata en la entrevista titulada "El torero que salvo al hombre" pasó todo tipo de penurias hasta que decidió que debía volver a los ruedos y recuperar así su vida como torero. Sólo así se recuperaría como hombre. Las fotos de la entrevista, que maquetó Rubén Úcar, las hizo el fotógrafo de Cádiz Juan Carlos Corchado. Si le das a más información podrás leer la entrevista completa.
El otro trabajo premiado por La Buena Prensa fue la cobertura del Riau-riau, algo que pude llevar a cabo con buenos compañeros como Rubén Elizari, Noelia Gorbea, Nacho Calvo y fotógrafos como Jonan Basterra y Eduardo Buxens. Desde el mes de febrero, cuando el alcalde de Pamplona anunció la convocatoria oficial de la marcha a vísperas después de 16 años de ausencia en el programa, se sucedieron las informaciones, los recuerdos históricos y las miradas de los protagonistas: mozos, peñas, comparsa, músicos de La Pamplonesa, ediles, etc. Todos brindaban y auguraban el éxito de la cita, pero en el fondo, casi todos sabíamos que era una apuesta muy arriesgada, más después de comprobar cómo se empezaban a justificar los ediles de Bildu, el grupo radical abertzale. Lo cierto es que el 6 de julio, unos cuantos impresentables no dejaron salir ni a la corporación del zaguán municipal. Perfectamente organizados, con el blusón de la peña atado a la cintura y con varias pegatinas y pañuelos sobre los presos de ETA, unos cueantos tipejos comenzaron a golpear a la Policía Municipal de Pamplona. El Riau-riau se suspendió, quizá ya con una herida mortal. Hubo luego 9 detenidos, si bien para algunas concejalas de Pamplona lo ocurrido fue sólo una gamberrada. El tema está pendiente de juicio. Tienes aquí mismo las dos páginas centrales de esa cobertura del 6 de julio. Fue la foto de portada y de la portadilla del suplemento de fiestas.
Entrevista publicada en Diario de Navarra el 1 de julio de 2012.
Juan José Padilla, el torero que salvó al hombre
Juan José Padilla recibe a Diario de Navarra en su casa de
Sanlúcar de Barrameda, donde continúa con su recuperación tras la brutal cogida
sufrida en octubre en Zaragoza. Perdió la visión de un ojo y la movilidad de
parte de la cara, entre otros problemas. Pocos apostaron por su retorno a los ruedos. Sin embargo, el
14 de julio volverá a Pamplona para estar presente en la próxima Feria del
Toro.
Texto: IGNACIO MURILLO
ESTA es la historia de un hombre que volvió a torear para
salvarse a sí mismo. A Juan José Padilla , de 39 años, la vida le pegó una
larga cambiada el 7 de octubre de 2011 en Zaragoza. Justo en el final de la
temporada española, y antes de emprender viaje a América, Padilla despachaba a
su último toro de la tarde, un astado de nombre Marqués de la ganadería de Ana
Romero. En el tercer par de banderillas el diestro salió trompicado y cayó al
suelo, donde el toro le embistió y corneó en la cara. El pitón entró por la
parte inferior de la mandíbula, debajo de la oreja, y salió por la órbita
ocular izquierda. El parte médico de aquella tarde facilitado por el doctor
Antonio Val-Carreres hablaba de un pronóstico crítico, hasta temer por la vida
del torero.
Seis meses después, con un parche cubriendo el ojo y las
severas lesiones en pleno proceso de recuperación, Padilla volvió a vestirse de
luces en Olivenza. Ha recuperado parte de la movilidad del nervio facial,
prosiguen las molestias en el oído y tiene dificultades para masticar. Pero
ahora dice ser más feliz que antes. El 14 de julio estará en Pamplona
compartiendo cartel con El Juli y Daniel Luque.
Padilla hace su vida diaria a caballo entre Sanlúcar de
Barrameda (Cádiz), donde vive, y Sevilla, a donde acude cada mañana para sus
tratamientos de fisioterapia y logopedia. En su casa nos recibe vestido en
vaqueros y con camisa. Casi se disculpa por no aparecer más elegante, pero es
evidente que ha cuidado su peinado y que vuelve a lucir, milimétricamente afeitadas,
sus personalísimas patillas. El parche le cubre el ojo izquierdo, porque ni el
párpado ni el nervio óptico responden, de momento, a ningún estímulo. Es más
que probable que eso permanezca ya así para siempre, pero Padilla , El Ciclón
de Jerez, rebaja la situación: "Con el otro ojo veo todo lo que necesito,
a veces hasta demasiado", dice entreverando una sonrisa que vuelve ya a
parecerse a la misma que siempre ha definido a este torero curtido en la plazas
a golpe de toros casi de otras épocas: miuras, victorinos, cebadas o adolfos.
Este ha sido siempre el destino de un torero que se dio a conocer en el mundo
del toro gracias a una corrida de Miura en Pamplona en 1999.
Padilla, en el salón Pamplona de su casa. |
En el salón principal de su casa todo son recuerdos de
aquella tarde. El traje de luces que vistió aquel 11 de julio, blanco y con
fajín rojo en homenaje a San Fermín, con los pañuelos que le impusieron las
peñas y el alcalde de sol. En la pared, entre las cabezas de varios toros todos
lidiados en Pamplona, tres imágenes de momentos de la tarde que comenzó a
forjar la leyenda de Padilla en las plazas del norte. Y como no, Bombito y
Alcaparrito, los dos toros de Miura de aquel cartel del 99 que compartió con
Sergio Sánchez y Antonio Ferrera. Bombito peleó en el caballo casi 10 minutos y
fue premio Carriquiri al toro más bravo de aquella feria. Padilla encandiló al
público con su particular repertorio y le cortó una oreja. A Alcaparrito, el
segundo miura de su lote, también lo recibió a portagayola, y Padilla le cortó
las dos orejas. Salió por la puerta grande y de ese éxito ya no volvió a
bajarse en 14 años. Hasta el toro de Zaragoza del 7 de octubre. Aquí empezó la
segunda vida de Juan José Padilla , la del hombre y la del torero.
Paseamos por la casa y descubrimos su pequeño museo de
trajes, los de tardes importantes, todo ello combinado con exquisito gusto con
fotos e imágenes de distintas épocas del torero, e incluso con el vestido de
novia con el que su mujer Lidia se casó. Salimos al jardín , muy cerca del
gimnasio y de la piscina, y nos sentamos en unas butacas para charlar, mientras
sus dos hijos, Paloma y Martín, meriendan y ven un rato los dibujos en la tele.
En breve querrán salir a jugar con su padre al césped y él los complacerá con
gusto.
Han pasado ya 8 meses de la cogida. ¿La evolución es la
esperada?
Estoy muy contento por la evolución y el resultado de estos
meses de trabajo. Sigo con fisioterapia, logopedia, etc. Simétricamente la boca
me ha llegado a un punto bueno y ahora estamos trabajando la oclusión
mandibular, que es ya cuestión del dentista poner unas prótesis para que todos
los dientes cierren bien. La parte izquierda no llega bien por unos milímetros
y no puedo masticar bien. El oído va por otra parte, sigo con un tubo de
ventilación puesto y esperando que el conducto auditivo no se cierre. Es todo
lento, pero con mucha paciencia.
Cualquier persona, con unas lesiones como las suyas, se
hubiera tomado un tiempo para recuperarse. ¿Por qué vuelve a torear?
Mi planteamiento es distinto, porque aquí el torero salva al
hombre. Tenía que torear para salvar a la persona. El hombre estaba muy
derrotado, con una angustia muy profunda, una pena grande por el dolor que
había causado a toda la afición y a la sociedad. Mi reto era volver a torear.
Ya desde la cama del hospital de Zaragoza lo primero que le
pidió a su apoderado es que no le suspendiera su visita a América.
Impulsos nerviosos que a la vez serán impulsos para su
familia.
¿Ha terminado ya con las operaciones o aún le queda pasar
por el quirófano otra vez?
No hacerse falsas esperanzas...
Claro. Vivo centrado con el ojo que tengo y miro hacia
adelante con él. No me preocupa. Si Dios me quiere devolver la visión del otro
ojo, bienvenido sea, pero ahora no me voy a preocupar en buscar un sentido que
para mí está ya perdido.
¿Cuándo se da cuenta de que va a ser el torero el que
termine por salvar al hombre?
Tras las operaciones que tuve en Sevilla volví a casa y
fueron los momentos más duros y difíciles. Me encerré en una habituación, me
entristecía con los recuerdos del pasado y casi me olvido de todo lo que me ha
aportado el toro. Entiendo que he sido muy recompensado por mi profesión y que
no se merecía que le diera la espalda como lo hice en ese momento.
¿Y qué hizo entonces? ¿Cómo salió de ese agujero?
Asumí la realidad y me agarré a ello con la verdad por
delante. No le quería guardar rencor al toro, él me lo ha dado todo y
sabía que él me devolvería la ilusión, la felicidad. Y a la vez estaría
devolviendo felicidad a mi casa, a mis dos hijos, a mi mujer y a todo mi
entorno. Decidí que nadie más saliera de mi casa llorando como salieron muchas
visitas de amigos. Dedicarle a mi profesión el tiempo empezó a darme felicidad.
Esa dedicación ha hecho que pueda cumplir con mi reto, salvar al hombre.
¿Temió perder su vida, no volver a ser el que había sido?
Sí, en todos los sentidos. Perdí 18 kilos, estaba muy
afectado y la mente no la tenía bien. Estaba apenado. Pensaba que no volvería a
torear y que todo lo conseguido se quedaría ya atrás para siempre. Era muy triste reconocer eso. La cercanía de Lidia (su
mujer) lo fue todo, no tuvo ningún reparo en apoyarme y en pensar que era para
mi felicidad.
¿Y estaba preparado para volver a pesar de las dificultades?
¿No pensó que quizá era precipitado?
Tengo respeto a mi profesión, no quería salir a la plaza
siendo una víctima, o pudiendo causar alguna situación desagradable. Quería cerciorarme de mis posibilidades y por eso maté antes
toros a puerta cerrada y me probé en el campo.
Sus hijos, Paloma y Martín, tienen 8 y 6 años y sufrirían
por lo ocurrido. ¿Qué dijeron cuando anunció que volvería de nuevo a torear?
Cuando lo decidí reuní a mi familia y les dije: "El 4
de marzo Papá torea en Olivenza". Mi hija, radiante de alegría me
preguntó: ¿Papá, lo puedo contar en el colegio? Ha sido la mayor satisfacción
que he sentido y la mayor fuerza en todo este proceso.
¿Cree usted que sus hijos disfrutan de la profesión de su
padre?
Mi hija se está haciendo una gran aficionada. Se la inculco
y quiero que los dos disfruten de la fiesta y respeten la profesión. Los llevo al campo, les inculco la disciplina, la cultura
taurina y que se sientan orgullosos de lo que hace su padre y de lo que ha
conseguido. Mi hija me acompaña en los viajes y me acompañó también a Olivenza.
¿Y estuvo en la corrida? (de su reaparición)
Sí, sí. También vino conmigo a otra corrida a Francia.
¿No se asusta?
Habiendo pasado esto... yo peor ya no lo voy a pasar.
A usted, lo ocurrido, ¿le ha dejado alguna superstición o
algún miedo en concreto?
Todo lo contrario. No guardo rencor al toro que me corneó ni
a la vida. Soy feliz y afortunado. Vivo los sueños que tenía antes. No puedo
negar que el 7 de octubre empezó otra página de mi vida, pero Dios me da la
oportunidad de vivir la vida, me llena. Me gusta despertarme cada día. Dios me
ha permitido disfrutar de todo. Ahora lo valoro todo más. No ha sido una
cornada, ha sido casi perder la vida. He notado que la vida se me iba, que
dejaba a mi familia. He estado muy cerca del Altísimo. Pero desperté y he
podido seguir compartiendo momentos grandiosos con ellos y los voy a
aprovechar.
Y la apariencia física. El parche, la cara caída, ¿esto le
preocupa?
Eso lo dejo aparcado. Lo importante es que puedo aguantar el
ritmo, la medicación, la fisioterapia, etc. Algún día llagará la normalidad,
con un ojo menos, pero recuperaré la sensibilidad, percibiré bien la audición,
la mandíbula encajada y con 41 o 42 años (ahora tiene 39 años) volveré a ser
muy feliz disfrutando. Soy un afortunado, sobre todo habiendo tenido casi perdida
la vida.
Y tanto. Cuando llegó a la enfermería la situación era tan
grave que fue directo al hospital Miguel Servet. La angustia de los primeros
minutos fue tremenda. Pero usted llegó consciente.
¿Le pudo decir algo al médico?
Doctor, en sus manos y en las de Dios estoy.
Asumiendo el riesgo como torero. ¿Se imagino vivir alguna
vez algo tan duro como esto?
¿Ha sido una prueba como persona?
Por supuesto. Fíjate que mi padre me pidió que dejara de
torear, me decía que era muy joven y que me tomara un tiempo para recuperarme. Pero yo sentía la obligación de volver y luchar por volver a
vestirme de luces. Con esa explicación pude luego brindarle a él el toro de
Olivenza.
¿Dónde encontró la mayor fortaleza para volver a los ruedos?
Mi mujer ha sido una cosa tremenda. He tenido mucha suerte
en todos los aspectos de la vida. Soy muy afortunado. Otros compañeros que
conozco que han estado dedicados ala profesión han estado castigado por los
toros y no han tenido ninguna recompensa. Ni económica ni social ni
reconocimiento público. Me entristece. Son grandes toreros y no han tenido esa suerte. Yo he tenido
la suerte de salir para adelante, aún con muchas dificultades.
"La gente se emociona al verme, se me abrazan llorando"
A Juan José Padilla la fama siempre le ha perseguido. Ha
sido un torero mediático que siempre generó entusiasmo entre los aficionados,
para sacarse una foto con él o para pedirle un autógrafo a un rato de charla.
Sin embargo, la cogida sufrida en Zaragoza le ha obligado a modificar algunos
hábitos de su vida. No tiene tanta libertad como antes.
¿Puede moverse por la calle?
Vamos, que tiene serios problemas para llevar una vida
normal.
¿Cómo es ahora un día en la vida de Padilla ?
¿Todo en una mañana?
¿Qué otras cosas le entretienen?
¿Por qué?
¿Habló con otras personas que hubieran sufrido lesiones
similares a la suya?
¿Se mira ya al espejo y vuelve a encontrar al Padilla de
siempre?
¿Se refiere a los mensajes de #FuerzaPadilla que retumbaron
en Twitter por medio mundo?
Ese #FuerzaPadilla lo creó un aficionado (Álvaro Duque)
después de ver lo ocurrido. Quiere hacer un mensaje y mandarlo por las redes
sociales. He hablado con él en varias ocasiones y eso lo hace desde un bar
donde está viendo la corrida. Y fue una cadena enorme. Deportistas de elite
nacionales lo pusieron. Emocionó mucho a la familia, nos dio mucha moral.
Y es un mensaje que sigue....
Ahora afronta corridas de más garantías. Se acabaron los
miuras o los cebada gago.
Agradezco a las empresas que me ofrecen este tipo de
corridas.
Entre las imágenes que adornan las paredes de su museo
personal aparece un Juan José Padilla de 14 años, enfundado en un traje de
torero poco antes de un paseíllo en cualquier feria o festival en los que
comenzaba a fraguarse el torero del futuro y que toreaba hasta las motos por la
calle.
¿Cómo era aquel niño que quería ser torero?
¿Y su entrada en Pamplona? Era 1999 y se apostó por un
torero que todavía no era muy conocido y para una corrida, nada menos, que de
Miura.
¿Qué recuerda de aquel 11 de julio de 1999, su debut en
Pamplona y uno de sus éxitos más arrolladores en esta plaza (3 orejas)?
Padilla observa fotos de su debut en Pamplona en 1999. |
Me salió así, pero no por chulería, sino por la seguridad
que tenía.
Toda la corrida fue un espectáculo: los casi 10 minutos del
toro Bombito en el caballo, recibió a ambos toros a portagayola... Tenía una ilusión tremenda. Llegué al corazón de la gente de
Pamplona. No dejé escapar la oportunidad y ofrecí todo mi repertorio. Tiraba de todos los recursos que tenía. Había que
aprovecharlo y sabía que de ahí ya no me bajaría.
Y es cierto que no se ha bajado. Salvo un año, ha estado ya
presente siempre en Pamplona y en todas las ferias importantes.
No será sencillo, entiendo, mantener a ese nivel tantos
años.
Es muy complicado estar tanto años en Pamplona y en ferias
del norte con corridas muy duras y siempre con la moral muy alta. La corrida de 1999 fue la corrida crucial de mi vida. Yo no
quería seguir por los pueblos.
Y luego llegó ya el ¡Illa, illa, illa, Padilla maravilla!
Pero Pamplona también le dejó un momento dramático. Su
cogida en el cuello el 14 de julio de 2001 fue para temerse lo peor.
Esa cogida le unió con muchos más lazos a Pamplona.
Sí, sí, muchísimos. Fui atendido por Héctor Ortiz y Ángel
Hidalgo en la plaza de toros. A partir de allí hice muchos amigos y tuve muchas
visitas. Al año siguiente le brindé el toro a Isabel, la jefa de la UCI. Hice
muchos amigos en el hospital. Me une también una gran amistad con los pastores,
con Miguel Reta, Rastrojo, les tengo un gran cariño. Son grandes aficionados.
La afición de Pamplona es muy cariñosa y noto como me sigue a otras plazas.
Aquella cogida conmocionó y quizá alegró más aún volverle a
ver al año siguiente...
Era mi obligación y es lo mismo que ha ocurrido ahora. No
puedo decepcionar a la gente. Quiero tener fe y volver a disfrutar de mi
publico, de mi afición y de mi seguidores.
Un grupo de pamploneses incluso viaja a Jerez a la feria y
ha trabado buena amistad con usted.
Iñaki González Cestao ha venido a Jerez todos los años y me
regaló el capote de paseo con el San Fermín bordado. Es un caso aparte. Además, hay una peña 7 de julio en Jerez, algo que es un
orgullo para mí. Tengo unos hilos muy fuertes con Pamplona, con corredores,
amistades, amigos, siempre se han preocupado por mi estado.
¿Qué pasa con el encierro? ¿Volverá a correrlo?
Es una ilusión y un reto más. Quizá sorprendo y puedo estar. No lo descarto. Es una ilusión más.
¿Por qué corrió la primera vez?
Fue cosa de Iñaki González y Miguel Ángel Eguíluz. Me
arroparon mucho, igual que los pastores y otra gente.
¿Impone más el toro en la calle?
Me impone la gente. Hay mucha inestabilidad y te pueden
tirar. Con menos gente se correría mucho mejor, pero Pamplona es
así, un lugar mundial. Es el eje del toro, y hay que apoyar a Pamplona,
disfrutar de esa fiesta, de la ciudad, de la gastronomía, etc...
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